En este artículo, el autor hace referencia a la correspondencia entre SAN MARTÍN y BELGRANO y la leal amistad que los unía.
El creador de nuestra Bandera, hace referencia a la soledad y el aislamiento a que era sometido por parte del gobierno de Bs. As.y su certeza de que San Martín cambiaría la desafortunada historia del Ejército del Norte.
Crea usted que he tenido una verdadera satisfacción con la suya del 06 de este mes, que ayer recibí, y que mi corazón toma un nuevo aliento cada instante que pienso que usted se me acerca, porque estoy firmemente persuadido de que con usted se salvará la patria_ le decía desde Jujuy, en carta del 25 de Diciembre de 1813, el General Manuel Belgrano al
entonces Coronel José Francisco de San Martín.
La claridad de ideas y visión del hombre de mayo, vislumbraba que aquel oficial del ejército español de raíces indianas, que se había sumado recientemente por propia voluntad a las huestes independentistas, era
en quien podría delegar la posta de la lucha revolucionaria.
Tiempo atrás ya Belgrano había pedido al Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata le enviaran al triunfador de San Lorenzo para que colaborara con él en la guerra que se libraba por el Norte.
Desde el 25 de Mayo de 1810 y hasta ese momento, el otrora miembro de la Primera Junta, devenido en General del Ejército del Norte, había tenido que luchar casi en soledad para mantener vigentes los ideales de libertad e
independencia de aquellos tiempos, primero luchando contra la «máscara de Fernando VII» con la que los gobiernos de Buenos Aires habían encubierto el establecimiento de un gobierno autónomo de la metrópoli y con la cual
intentaban atenuar la reacción de la contrarrevolución, luego, con las dificultades económicas, los brotes localistas y la guerra entre facciones que dominaba el escenario latinoamericano y que impedía que la lucha por la liberación tomara un camino definitivo de unión y concordia contra el enemigo común
.
Ante esta realidad es razonable, en una soledad absoluta, ya muertos o exiliados muchos de los primeros patriotas y sin el apoyo de sus grandes amigos Moreno y Castelli, que el creador de la enseña nacional le expresara a su émulo de gloria estás palabras: Espero en usted un compañero que me ilumine, que me ayude y quien conozca en mí la sencillez de mi trato y la pureza de mis intenciones, que Dios sabe no se dirigen ni se han dirigido más que al bien general de la patria y sacar a nuestros paisanos de la esclavitud en que vivían.
Hacía tiempo que Manuel sentía la soledad de la misión que habían
comenzado, pero al mismo tiempo a poco de saber de la llegada de José al Plata había identificado en él el compañero de lucha y de gloria que necesitaba.
Cuando Belgrano escribía estas palabras ya San Martín se encaminaba a su encuentro con el despacho de Mayor General del Ejército Auxiliar del Perú y con las claras instrucciones del Triunvirato de reemplazar a su amigo en el
mando de la lucha que se libraba por el Norte.
Sin embargo el Libertador de América demoraría el cumplimiento de aquella orden e incluso insistiría ante el gobierno para que mantuvieran a Belgrano a su lado para poder de esa forma contar con el único oficial de método
con que se contaba en aquel momento.
Indudablemente parece poco creíble que un oficial de carrera y profesión como era San Martín identificara como el único militar posible de conducir las huestes patriotas norteñas al «improvisado General Belgrano».
El 20 de Enero de 1814, o en días cercanos a esa fecha, los dos hombres se fundieron en un gran abrazo y a partir de allí compartieron largas jornadas debatiendo el destino y el futuro de la revolución americana.
Poco después San Martín será nombrado por su propia voluntad, Gobernador Intendente de Cuyo, teniendo en mente ya su plan de liberación continental, en tanto que Belgrano, llamado por Buenos Aires para rendir cuentas
por las derrotas sufridas en el norte, partirá poco después en misión diplomática buscando apoyos para la revolución en Europa.
El destino revolucionario los volverá a unir en los albores del Congreso de Tucumán insistiendo ambos en la necesidad de propagar la independencia a todas las partes de la América, y convergiendo en la urgencia de nombrar un gobierno estable que de identidad y unidad las Provincias Unidad del Sud.
Nuevamente en el Norte, Belgrano mantendrá una fluida comunicación con San Martín, a la sazón en Mendoza al frente del Ejército de Los Andes; incluso colaborará con este en la campaña libertador con una pequeña división de su ejército que formará parte de la estrategia del cruce de los Andes.
Belgrano seguirá de cerca los triunfos de Chacabuco y Maipú y le enviara todo su comprensión y apoyo ante el desastre de Cancha Rayada a su amigo el General de Los Andes.
La pronta partida en 1820 de Belgrano dejará al Libertador sin su fiel aliado y amigo, y aquel no podrá ver nunca la conclusión del plan continental que ambos conversaran aquellos calurosos días del mes de Enero de 1814 en el
Norte Argentino.
Sin embargo al injusticia de la historia hoy los ha unido y ha reconocido a estos dos hombres a los padres fundadores de nuestra patria, depositando en nosotros, sus herederos, la gran responsabilidad de mantener vivos sus valores y sus enseñanzas.